04 julio, 2014

JOSÉ MARTÍ PÉREZ


YUGO Y ESTRELLA
Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
Flor de mi seno, Homagno generoso
De mí y del mundo copia suma,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
¡Como que crea, crece!
Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada,
La estrella como un manto, en luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
¡Se oye que un paso más sube en la sombra!

Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.

ALEJO CARPENTIER


FRATERNIDAD Y DEPORTE

Existe una imagen ideal, idílica, olímpica, de los Deportes. Es aquella que nos muestra a los Atletas entregados a las más nobles competencias físicas, en un estadio adornado de arcos de triunfo, estatuas del discóbolo, alego­rías y estandartes. Los dos bandos en pugna están trabados en apretada lucha. Brillan los ojos de los contendientes; están tensos los músculos como cuerdas de arcos. Cada cual rinde el máximo esfuerzo, para lograr la victoria de los suyos... Y cuando el juego termina con la derrota de uno de los dos bandos, victoriosos y vencidos se unen en un vasto abrazo de fraternidad atlética —abrazo que funde, por así decirlo, todas las almas en una sola, en imagen magnífica de lo que debiera ser una humanidad perfecta. Además —eso me decían cuando era niño— el deporte es ajeno a todo «chauvinismo». Cuando los deportistas defienden sus emblemas, sólo defienden sus emblemas. Y el público que contempla la pugna, sólo piensa en los emblemas. Se es azul o verde —como en el Hipódromo de Bizancio— por mera simpatía personal hacia este u otro club. Y una vez terminada la lucha en el estadio, es el caballeroso estrechen de manos, el abrazo, el boxeador que ayuda a levantar a su contrario, el vencedor que toma en brazos al vencido, para consolarlo y decirle que, otro día la vic­toria será suya. En fin —nos decían nuestros padres y maestros— que los deportes contribuyen a desarrollar la confraternidad humana.

Pero esto es lo que podríamos calificar de «deporte ideal». Porque existe un deporte concreto y real, que es el que he podido ver en todas partes, desde que salí de las aulas del colegio. Y es un deporte —no lo veo como un mal mayor, sino como un hecho que es preciso admitir— que agudiza en tal grado los «chauvinismos», que acaba por crear rivalidades entre provincias, ciudades, pueblos, y hasta barrios. Como decía Paul Deharme, hace años: «Acaba el vecino de Neuilly por enfurecerse porque los tenistas de su club perdieron contra los del Sporting de Passy.» Se entran a garrotazos los mozos de la ribera derecha y los de la ribera iz­quierda, en una aldea, porque los de acá ganaron a los allá. Así cierto juego de fútbol entre alemanes y franceses, en vísperas de la pasada gue­rra, transformó el Estadio de Colombes en un ámbito infernal, donde cual­quier chispa podía provocar un incendio... Y no hablemos de nacionalis­mos mal entendidos puestos en peleas de boxeo, tales como la de Schmelling contra Joe Louis, donde el problema no era ya el ganar un campeonato mundial, sino de lograr la victoria de un alemán, ario, contra un norteamericano, negro. Y, por lo mismo se recuerda la enorme publi­cidad hecha, en Alemania, en torno del viaje del «Húsar»; con las fotos de Anny Ondra, disponiéndose a escuchar la pelea de su marido, junto al aparato de radio de Frau Goering. Y las masas rabiosas con el luto en el alma, que regresaban a sus casas, apretando los puños, después de enterarse de la derrota de su campeón...
El deporte no es fraternal como lo pintan. Ni creo que contribuya mucho al acercamiento entre los hombres. Es lucha y, como toda lucha, atiza pasiones y alimenta rivalidades.

18 de Septiembre de 1953

JOSÉ MARTÍ PÉREZ

TENGO UN HUESPED...

Tengo un huésped muy inquieto 

Del lado del corazón.
¡Muy celoso, muy celoso!
Dormir no sabe mi huésped: no. 

Como una sierpe se enrosca 
Mas no como sierpe, no:
Como hoguera que consume 
El lado donde está mi corazón.


TIENE EL ALMA DEL POETA


Tiene el alma del poeta 

Extrañeza singular: 
Si en su paso encuentra al hombre 
El poeta da en llorar. 
Con la voz de un niño tiembla, 
Es de amor, y al amor va— 
Un amor que no se estrecha 
En un límite carnal. 
La corteza corrompida 
El fruto corromperá. 
Del amor de hembra no fío 
Si su hoguera han de alumbrar 
El quemante sol de estío 
O el sol pálido autumnal: 
¡Primavera —primavera, 
Madre de felicidad!
  
Y TE BUSQUÉ POR PUEBLOS

Y te busqué por pueblos, 
Y te busqué en las nubes, 
Y para hallar tu alma 
Muchos lirios abrí, lirios azules. 

Y los tristes llorando me dijeron: 
¡Oh, qué dolor tan vivo! 
¡Que tu alma ha mucho tiempo que vivía 
En un lirio amarillo!? 

*** 

Mas dime ?¿cómo ha sido? 
¿Yo mi alma en mi pecho no tenía? 
Ayer te he conocido, 
Y el alma que aquí tengo no es la mía.


JOSÉ MARTÍ

PATRIA ES HUMANIDAD

La manzana es un manzano

y el manzano es un vitral
el vitral es un ensueño
y el ensueño un ojalá
ojalá siembra futuro
y el futuro es un imán
el imán es una patria
patria es humanidad

El dolor es un ensayo

de la muerte que vendrá
y la muerte es el motivo
de nacer y continuar
y nacer es un atajo
que conduce hasta el azar
los azares son mi patria
patria es humanidad

Mi memoria son tus ojos

y tus ojos son mi paz
mi paz es la de los otros
y no sé si la querrán
esos otros y nosotros
y los otros muchos más
todos somos una patria
patria es humanidad

Una mesa es una casa

y la casa un ventanal
las ventanas tienen nubes
pero sólo en el cristal
el cristal empaña el cielo
cuando el cielo es de verdad
la verdad es una patria
patria es humanidad

Yo con mis manos de hueso

vos con tu vientre de pan
yo con mi germen de gloria
vos con tu tierra feraz
vos con tus pechos boreales
yo con mi caricia austral
inventamos una patria
patria es humanidad.