09 julio, 2008

JOSE MARTÍ PÉREZ

El primer trabajo impreso de Martí, es el poema A Micaela, dedicado a Micaela Nin, esposa de Rafael María de Mendive, maestro de Martí, por la muerte del hijo de ambos. Este poema apareció en el periódico guanabacoense El Álbum, el 26 de abril de 1868. Este periódico fue fundado y dirigido por Manuel Nápoles Fajardo, hermano mayor de Juan Cristóbal (El Cucalambé). Martí solo tenía 15 años de edad cuando se publicó este poema.

A MICAELA
1
Cuando en la noche del duelo
Llora el alma sus pesares,
Y lamenta su desgracia,
Y recuerda sus afanes,
Tristes lágrimas se escapan
Como perlas de los mares;
Y por eso, Micaela,
Triste lloras sin que nadie
Tu dolor consolar pueda
Y tus sollozos acalle;
Y por eso, Micaela,
Triste en tu dolor de madre,
Lloras siempre, siempre gimes
La muerte de Miguel Ángel.

2

Allí está! Cual fresca rosa,
Blanco lirio de la tarde,
Sentado en el verde musgo,
Yace tu Miguel, tu ángel,
La imagen de tus delirios;
La noche de tus afanes,
El alma de tus amores,
Consuelo de tus pesares,
Pura gota de rocío
Que al blando beso del aire
Casta brotò de tu seno
Convertida en Miguel Ángel.

3

Allí está! Lágrimas tristes
Anublan tu faz de madre,
Porque les falta a tus ojos
Algo bello, algo tan suave
Como las nubes de oro,
Rosa y grana de la tarde;
Y en el aire que respiras,
Y en las hojas de los árboles
Ves cruzar cual misteriosa
Sombra, de tu amor imagen,
A la perla de tus Sueños,
Al precioso Miguel Ángel.

4

¿Pero no ves, Micaela,
Esa nube y esos ángeles?
Mira! No ves còmo suben?
¿Los ves? ¿Los ves? ¡Triste madre,
Ya se llevan a tu hijo
De tus delirios la imagen;
El alma de tus amores,
La noche de tus afanes,
Pura gota de rocío,
Linda perla de los mares!...
¡Llora! llora, Micaela,
Porque se fue Miguel Ángel!
[Abril de 1868]



ilustración: Eduardo Jo.

27 junio, 2008

JOSE MARTÍ PÉREZ



HIERRO

Ganado tengo el pan: hágase el verso,—
Y en su comercio dulce se ejercite
La mano, que cual prófugo perdido
Entre oscuras malezas, o quien lleva
A rastra enorme peso, andaba ha poco
Sumas hilando y revolviendo cifras.
Bardo ¿consejo quieres? pues descuelga
De la pálida espalda ensangrentada
El arpa dívea, acalla los sollozos
Que a tu garganta como mar en furia
Se agolparán, y en la madera rica
Taja plumillas de escritorio, y echa
Las cuerdas rotas al movible viento.
¡Oh alma! ¡oh alma buena! mal oficio
¡Tienes!: póstrate, calla, cede, lame
Manos de potentado, ensalza, excusa
Defectos, tenlos —que es mejor manera
De excusarlos, y mansa y temerosa
Vicios celebra, encumbra vanidades:
Verás entonces, alma, cuál se trueca
En plato de oro rico tu desnudo
¡Plato de pobre!
Pero guarda ¡oh alma!
¡Que usan los hombres hoy oro empañado!
Ni de eso cures, que fabrican de oro
Sus joyas el bribón y el barbilindo:
¡Las armas no, —las armas son de hierro!

Mi mal es rudo: la ciudad lo encona:
Lo alivia el campo inmenso: ¡otro más vasto
Lo aliviará mejor! —Y las oscuras
Tardes me atraen, cual si mi patria fuera
La dilatada sombra. ¡Oh verso amigo:
Muero de soledad, de amor me muero!

No de vulgar amor: estos amores
Envenenan y ofuscan: no es hermosa
La fruta en la mujer, sino la estrella.
La tierra ha de ser luz, y todo vivo
Debe en torno de sí dar lumbre de astro.
¡Oh, estas damas de muestra! ¡oh, estas copas
De carne! ¡Oh, estas siervas, ante el dueño
Que las enjoya o estremece echadas!

¡Te digo, oh verso, que los dientes duelen
De comer de esta carne!
Es de inefable
Amor del que yo muero, —del muy dulce
Menester de llevar, como se lleva
Un niño tierno en las cuidosas manos,
Cuanto de bello y triste ven mis ojos.

Del sueño, que las fuerzas no repara
sino de los dichosos, y a los tristes
El duro humor y la fatiga aumenta,
Salto, al Sol, como un ebrio. Con las manos
Mi frente oprimo, y de los turbios ojos
Brota raudal de lágrimas. ¡Y miro
El Sol tan bello y mi desierta alcoba,
Y mi virtud inútil, y las fuerzas
Que cual tropel famélico de hirsutas
Fieras saltan de mí buscando empleo;—
Y el aire hueco palpo, y en el muro
Frío y desnudo el cuerpo vacilante
Apoyo, y en el cráneo estremecido
¡En agonía flota el pensamiento,
Cual leño de bajel despedazado
Que el mar en furia a playa ardiente arroja!

¡Sólo las flores del paterno prado
Tienen olor! ¡Sólo las seibas patrias
Del sol amparan! Como en vaga nube
Por suelo extraño se anda: las miradas
Injurias nos parecen, y el sol mismo,
¡Más que en grato calor, enciende en ira!
¡No de voces queridas puebla el eco
Los aires de otras tierras: y no vuelan
Del arbolar espeso entre las ramas
Los pálidos espíritus amados!
De carne viva y profanadas frutas
Viven los hombres, —¡ay! mas el proscripto
De sus entrañas propias se alimenta!
¡Tiranos: desterrad a los que alcanzan
El honor de vuestro odio: —ya son muertos!
Valiera más ¡oh bárbaros! que al punto
De arrebatarlos al hogar, hundiera
En lo más hondo de su pecho honrado
Vuestro esbirro más cruel su hoja más dura!

Grato es morir, horrible, vivir muerto.
¡Mas no! ¡mas no! La dicha es una prenda
De compasión de la fortuna al triste
Que no sabe domarla: a sus mejores
Hijos desgracias da Naturaleza:
Fecunda el hierro al llano, el golpe al hierro!

N.York. 4 de agosto
José Martí
ilustracion: autorretrato de José Martí (el original solo mide dos centimetros de alto)